sábado, 8 de junio de 2013

CONTANDO LOS DÍAS




En este caso para que comiencen las vacaciones, pero contamos en tantas ocasiones las horas, los días… queriendo adelantar un presente que es lo que hay que vivir desde la serenidad y el disfrute, aunque este último con la que nos está cayendo a todos los niveles sea una maniobra casi de malabaristas.

El final de Curso siempre es cansino, este año mejor llevado por la falta de calor que se agradece y mucho, seguir edificando en ciertas regiones españolas sin aire acondicionado es al menos paradójico, sí calefacción, no aire frío, incomprensible.

No tengo ganas de hablar de mi trabajo, sus circunstancias y dimes y diretes, que los hay, hoy tenía pendiente algo que viví esta semana cuando iba a trabajar, me sorprendieron y aquí van.

El trayecto duró más de hora y media, inconveniente de vivir a las afueras de Madrid y recurrir al transporte público, un autobús, el metropolitano con dos transbordos y otro autobús. Tranquilamente con un libro y la tableta digital.

Pues bien, iba con mi maleta pequeña con ruedas, la mochila y el bolso, que no pesaban nada, materiales que me acompañan desde Enero en este ir y venir de casa en casa, la de mi madre y la mía, entre semana con quién me dio la vida y que ahora necesita que le ayude a dejarla lo mejor posible y cuando se puede y por descanso físico y mental a la mía, cuidados compartidos con una cuidadora y algunos de mis hermanos, la mayoría.

Cuando bajé del primer autobús en Cuatro Vientos para coger el Metro, después de bajar un buen tramo de escaleras a pie iba ya prácticamente sola, la gente corría, yo no tenía prisa había salido con mucho tiempo y no me gusta el estrés mañanero, sé que me espera más tarde.

Al ir a pasar por una puerta un chaval joven de unos 20 años me esperó y sujetó la puerta para que pasase y lo que más me llamó la atención, ¡con una sonrisa!.

¿Por qué me sorprendió? El chico en cuestión mucha gente lo definiría por su aspecto como “alternativo” de su indumentaria no recuerdo mucho, tipo pantalón vaquero caído, su pelo muy rasurado por la parte baja y un cúmulo de pelillos por  arriba en la coronilla.

Vaya, que además con el miedo a los carteristas del metro que también he sufrido como muchos, cuando sujetaba la puerta y no había ya casi nadie, sintonicé todas las alarmas que rápidamente desconecté al ver su sonrisa. Es tan difícil encontrar a las 7 de la mañana caras ya no digo sonrientes, pero sin rictus de pena, sueño, seriedad…

Ya en el vagón, presencié otro hecho que hace mucho no veía, un señor tampoco mayor unos 30 años y en este caso de raza no blanca, se levanta y cede el asiento a una mujer normal, no embarazada, sin niños, no anciana y lo mismo que el anterior ¡con otra sonrisa!

 Suelo madrugar bastante y mi ritmo vital mañanero es más activo que la tarde - noche a nivel "humoral" y neuronal e iba de buen humor como suelo ir habitualmente porque además era lunes e iba descansada, pero estos dos hechos que debieran ser más habituales de lo que son, me animaron más y dije, pues mira los valores educativos y éticos de las personas jóvenes a pesar de tanto cambio de planes educativos y la creencia extendida de que todo tiempo pasado fue mejor y que ya no hay gente amable y solidaria, no es así. Pensé muchas más cosas, me las reservo para otro día.

Pero tenía que suceder esa mañana en el viaje el tercer hecho que dije, ¿qué pasa hoy?.

Al salir del Metro e ir a coger el último autobús, no recordaba dónde estaba la parada en Aluche y me dirigí a tres conductores que estaban charlando: Hola por favor, ¿dónde está la parada del 155?

¡Pero si la han suprimido! me dice uno, el segundo: sí ayer mismo y ya el tercero al ver la cara de chasco o lela que puse me dijo: es ahí a la vuelta…

¡Gente con ganas de bromear!, no daba crédito a lo que estaba viviendo, personas de buen humor, solidarias y en un lunes por la mañana.

Los pequeños detalles en la vida, en este caso todos agradables y todos alrededor de una sonrisa, son favorecedores de una buena salud mental y cierto es eso que dice: sonríe que nunca sabes quién se puede enamorar de tú sonrisa y yo añadiría y lo que puedes aportar a muchos sonriendo y riendo, incluso a carcajadas, estas últimas ayudan incluso al oxígeno a llegar mejor a todos esos sitios que no llega a veces porque respiramos mal por las prisas, disgustos y algunas cosas más.



“Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra.”
“Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás.”







2 comentarios:

jaumepubillgamisans@gmail.com dijo...

Nati: Muy bonito tu post. Me alegro que estés bien. Aquí con mucho trabajo y, ya sabes, con todo lo que cae a veces sin demasiadas ganas de sonreir. Però trataré de mabiar esa cara... Un abrazo

Natividad López Langa dijo...

Gracias Jaume,tú y yo con las personas que trabajamos ya tenemos momentos en el día para reir y sonreir ( me refiero a los usuarios). Y ya sabes también esta frase: "Hay sonrisas que no son de felicidad, sino de un modo de llorar con bondad." (Gabriela Mistral).
Caer, cae en todos los sitios por eso ver gente contenta ya no es habitual, tú seguro que lo estás en la mayoría de las ocasiones.
Me alegro de saber de ti. Un abrazo