martes, 3 de febrero de 2015

HACE UN AÑO



Mamá, era lunes, 3 de Febrero del 2014 y te fuiste.

Todavía hay tardes que voy a coger el teléfono y llamarte.

Para contarte tantas cosas y para no contarte muchas otras.

Era un día gris,  parecido al de hoy,  menos frío.

Una compañera de trabajo (sé quien es) dejo este bello poema de San Agustín en mi buzón.

No llores si me amas 

¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen! 

¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades? 

Creedme: cuando la muerte venga a romper tus ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando llegue el día, que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este Cielo en el que te ha precedido la mía, ese día volverás a verme... Sentirás que te sigo amando, que te ame y encontrará mi corazón con todas sus ternuras purificadas. Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz ya no esperando la muerte sino avanzando contigo, que te llevare de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás. Enjuga tu llanto y no llores si me amas. 

¡Cuánto te echo de menos!



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