PROBABLEMENTE hay puertas cerradas definitivamente, algunas
las dejé entornadas y no sé si podré abrir muchas más, tampoco me preocupa.
En
estos días del mes de Mayo, cumplo 35 años de profesión, enfermera en el ámbito
educativo y PROBABLEMENTE me siento mayor, diablesa y truhana y me quieren
hacer no sentir, de momento es complicado porque me gusta y ya dijo Séneca:
“Decir
lo que sentimos. Sentir lo que decimos. Concordar las palabras con la vida.”
No me
pierden las formas, no me pierdo, camino y miro de frente, hablo sin patrañas
pero no somos libres en comunidad,
PROBABLEMENTE el resquicio de pensamiento propio es lo único que queda, hasta
que descubran algún chip intravenoso que igual ya existe, que nos lea y
modifique las ideas.
Celebro la vida profesional que PROBABLEMENTE ha sido lo que
tenía que ser, que podría haber sido otra y que será fugaz ya hasta el final.
Me gusta ser enfermera y hasta puedo decir que me gusta
trabajar en un Colegio de Educación Especial singular en España. Podría haber optado
por trabajar en un Centro de Salud, la puerta sigue entornada, casi cerrada.
Tener capacitación, aptitud y actitud no es sinónimo de que se
sea valorado/reconocido. Igual es que no estuve nunca en el lugar o momento
adecuado, ya…no importa.
Ser líder de un grupo profesional sanitario durante 30 años
seguidos en un medio “educativo” les aseguro que no es fácil, más estoy
tranquila que no orgullosa ni autocomplaciente, asumo mis debilidades, me
perdono por ello y acepto mis fortalezas, me doy las gracias también. Después
miro lo que me rodea y ni si quiera siento ya dolor, simplemente apatía con
dosis de indiferencia externa, internamente lo que siento es de naturaleza
reservada.
Ser extrovertida y querer a los que me rodean, dejar fuera del
Centro al entrar cada mañana la mochila personal y transformarse en una
trabajadora que se gana ni más ni menos que un sueldo engañoso, no tenerlo en
cuenta y tratar de trasmitir positividad reinventando un sueño ya lejano, requiere
al menos sentirse acompañada y puesta a pedir, respetada.
Mi proceso clave en el terreno profesional con mucha eficacia
y eficiencia, que no soy capaz de explicar ni siquiera a compañeros sanitarios
de otros lares, está próximo a concluir (es un deseo), si me dejan las leyes y
no las siguen cambiando y aumentando la edad de jubilación.
La maleta que he ido llenando y donde no están terminadas de colocar
bien las cosas, pesa mucho, porque me
importa lo que hago, porque siento lo que hago, porque no he podido hacer para
lo que si estoy capacitada académica y profesionalmente.
¿Frustración? Algo
hay, sí.
Cuando era joven aspiraba a que me quisieran en el trabajo
como yo he querido a mis compañeros, objetivo mal formulado que he comprendido
con el paso de los años, hoy solo pido que me permitan querer y trabajar en
paz, que un “tarro de miel”, no culmine una larga trayectoria
humana-profesional con un dolor que al menos yo no siento haber producido. Pequeñas metas. Que no me mientan.
Desde la soledad profesional, que no me angustia, ni me impide
seguir adelante aunque haya días en los que no puedo levantarme para ir a
trabajar, recuerdo aquello de que nadie es profeta en su tierra y caminante no
hay camino, se hace camino al andar.
PROBABLEMENTE, parezca triste por lo que he escrito, no,
incautamente consciente y con una paz que consigo “respirando adecuadamente”,
celebro una larga trayectoria profesional con muchas más luces que sombras, más
gozos que quebrantos, más amor recibido que el que soy capaz de reconocer.
SEGURAMENTE he disfrutado de una vida profesional única e
irrepetible, he conocido muchas personas buenas, muy buenas, que me han hecho
sentir mucho amor y con las que continuo aprendiendo lecciones de vida, las que
en definitiva me ayudan a ordenar las cosas de mi maleta profesional.