Toda mi vida
profesional ha estado ligada a la vida y a la muerte de niños y niñas en edad
escolar y en el ámbito educativo en la Comunidad de Madrid.
Hace unos
años que ya funcionan unidades de cuidados paliativos, de manera desigual en el
territorio español, cosa que no he entendido ni entenderé nunca, que en
determinados temas no haya pactos y leyes estatales y que por vivir en una
comunidad tengas una vacuna por ejemplo y por vivir en otra, no la tengas.
Hace 35 años
que comencé a trabajar en el CPEE María
Soriano (INRI entonces), no existían los denominados ahora cuidados paliativos,
pero sí los niños morían y eran cuidados y educados hasta ese momento, también
en un colegio.
Y hacíamos
lo que sabíamos y para lo que estábamos capacitados profesionalmente, acompañando
a nuestros alumnos y sus familias, durante años en ocasiones, tras distintos
procesos patológicos incurables.
En cualquier
colegio y en los de Educación Especial aún más, los distintos perfiles profesionales que trabajamos con los alumnos y
alumnas, debemos conocer las distintas estrategias, que en definitiva, nos van
a ayudar a afrontar el duelo que nos produce la muerte de los alumnos.
1.- Los
profesionales del ámbito educativo, deben estar informados de los procesos
patológicos que tienen los alumnos y su pronóstico vital, importante esto tanto
para la adaptación curricular como para priorizar en qué aspectos debemos
incidir a lo largo de su etapa escolar y en su día a día. Y también formados
(formación continuada), el dolor por la pérdida de alguien a quien cuidamos y
queremos, debiera ser una fase aguda y lógica, el sufrimiento mantenido en el
tiempo, la no gestión de las emociones, puede alterar severamente la integridad
psicológica de los cuidadores y eso es evitable, eso sí, hay que trabajar para
que esto no ocurra, no es fácil.
2.- No todos
los profesionales, incluso los sanitarios, tienen aptitudes ni competencias
para el abordaje de los cuidados paliativos, como no todos las tenemos para
otras actividades asistenciales y educativas. No es lo mismo trabajar en un
colegio, en una unidad de cuidados intensivos, en un aula hospitalaria, en un
centro de salud…
3.- Están
muy bien las bolsas de empleo y la igualdad de oportunidades para tener
trabajo, pero o se empieza a hablar de capacidad para el desempeño del puesto
de trabajo o nos encontramos con profesionales totalmente desmotivados, esto no
ocurre solo en los colegios, evidentemente.
Me sorprende,
cuando acuden las UVIS móviles a nuestro colegio, este curso está siendo
especialmente movidito, y nos dicen: ¡Qué trabajo más duro tenéis!, comentario
que también nos dicen posteriormente en las urgencias de los distintos hospitales
y yo les suelo contestar que a mí me parece más duro el suyo, vuelvo al punto
2, cada uno en el trabajo para el que se siente más capacitado y con más
aptitudes, está más cómodo y satisfecho y los resultados son beneficiosos para
todos.
Hoy no hablo
de actitud, tan importante en todos los momentos de la vida, profesional y
personal. La no competencia, en muchas ocasiones, se adquiere con una buena
actitud. Otro día desarrollo más eso último.
Y no me pasa
nada especial hoy. Necesitaba escribir y
compartir.
Sencillamente,
creo que estoy muy cansada emocionalmente, porque dejé de creer en los “cuentos” cuando comencé
a trabajar y llevo demasiados años haciéndolo en el mismo sitio y empecé a
creer en algunos personajes de esos cuentos, en las personas no tóxicas y buenas
que hay a nuestro lado y hasta comprendí
que la vida es un historia en ocasiones fabulada, llena de anécdotas y momentos
y que cuando nos dejan hasta podemos escribir algún reglón nosotros mismos y
que no siempre tiene un final feliz. Algunos renglones están muy torcidos.
Parte de
esta conversación, la he mantenido hoy en la comida en el colegio con Lola, la
orientadora escolar, hoy hemos llegado tarde a comer y estábamos solas, por una
entrevista con una madre que desde que la conozco hace 8 años, siempre sonríe,
siempre.
Y si una
madre sonríe, a todas las madres del cole las considero “corajes” (vale los
papis también), nosotros los que trabajamos con sus hijos debemos sonreir , acompañar y procurar que la calidad de vida de
los alumnos (sus hijos), sea lo más
confortable y feliz posible, educando, posicionando, adaptando, aspirando, trasladando,
gestionando, comunicando, cuidando, cocinando, limpiando, administrando,
diagnosticando…
Dedicado a
todos los alumnos del CPEE María Soriano que nos acompañan, que desde el cielo
brillan y a todas sus familias que nos han hecho más humanos, en un mundo tan
dolorosamente inmisericorde.