lunes, 7 de agosto de 2017

CAMPILLO DE DUEÑAS

Campillo de Dueñas
(Guadalajara)
Hermoso municipio en cuyo núcleo urbano destaca la iglesia parroquial de enormes dimensiones, está aislada del pueblo, a saliente, y es obra hecha de una vez en el siglo XVII. Es un templo que impresiona de riqueza y grandiosidad. En su interior destaca el altar mayor de proporciones gigantescas y precioso barroquismo.

A la salida del pueblo aparece la ermita de Nuestra Señora de la Antigua, patrona de Campillo, la construcción es de hace unos cien años.

Una fuente con dos caños, farola central y un largo abrevadero, se estira a mitad de la Calle Mayor que da a parar a la Plaza Mayor donde es tradición tirar a la barra y la pelota.

A las afueras del pueblo nos encontramos cinco "pairones" o pináculos de piedra que contienen imágenes religiosas o inscripciones, se trata de uno de los símbolos más emblemáticos del Señorío de Molina.


El vertiente sur de la sierra, en el denominado paraje de "la Vega", se encuentra el afamado castillo roquero de Zafra de los siglos X-XI, podemos admirar sus muros, torreones esquineros y bella torre del homenaje con puerta gótica de arco apuntado.






07/08/2017: 

Viaje imprevisto a Campillo de Dueñas, a dar el último adiós a una prima hermana que era casi de la edad de mi padre debido a que  este último era el número 9 de 10 hermanos y cuando su madre, mi abuela, estaba pariendo al número 10, la hija mayor y por tanto hermana de mi padre, daba a luz a la prima que hoy hemos despedido.

Volver a Campillo de Dueñas es retroceder muchos años en las vivencias y emociones, porque pasé algunos veranos allí con unos tíos míos que no tenían hijos y disfruté de la niñez en un pueblo pequeño, todo el día en la calle con otro montón de niños, casi todos hijos de primos hermanos de mi padre, el olor a trigo, montar en el trillo, siembra, sol, noches frías, estrellas, miles de estrellas:  la osa mayor, la menor, estrella polar…las que nos enseñaba mi padre, pero yo veía muchas otras cosas en las estrellas e imaginaba fantásticas aventuras celestes, hasta que nos mandaban a todos a dormir.

Tuve dos motes, ya se sabe, al menos hace años tal afición en los pueblos: “Rompe botijos” y  ”Atropella tractores”, ambos fruto de ser inquieta desde pequeña, ir a por agua andando, saltando y cantando a la fuente, con coreografía incluida y…!zas! no me explico el motivo pero el o los botijos se rompían. El segundo….porque no tenía miedo a nada y montaba en una bici que salió de un desván, no tenía frenos y paraba contra el frontón del pueblo, los árboles y una vez, solo una, con un tractor.  (Me da que en la actualidad me hubieran etiquetado de hiperactiva..)

Volver a este pueblo y ver a una prima hermana de mi padre que en Octubre cumplirá 101 años y está estupendamente, la tía María, que siempre me daba leche condensada y hoy me recordaba que también le rompí algún botijo a ella.

Es recordar la infancia y parte de la adolescencia, el lavadero que ya no existe, el puente de las murmuraciones al que se iba todas las tardes de paseo, la Vega, el Castillo de Zafra, entonces en casi ruinas, hace años ya restaurado y donde se grabó una parte de la serie Juego de Tronos hace dos años, los mozos que tiraban al pilón cuando anunciaban el noviazgo con una moza, las jotas, la laguna, las migas, el jamón de Teruel y algún beso furtivo en las fiestas.









 D.E.P Mª Jesús, que además era mi madrina y un abrazo especial a sus dos hermanos.


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