miércoles, 4 de octubre de 2017

DESHUMANIZACIÓN





Rotura fibrilar gemelo derecho. Eso soy yo ahora, un diagnóstico médico realizado tras una “regañina” de una médico en un servicio de urgencias hospitalarias.

La lesión me la hice el domingo  por la mañana caminando en una cinta a una velocidad baja, mientras veía en directo el panorama del 1 Octubre. Probablemente me pasé de tiempo y sí, también estoy mayor y no hice un calentamiento previo ni posteriores estiramientos.

Empecé con molestias en la rodilla derecha por la tarde, el lunes fui a trabajar y caminé algo coja y el martes cuando me levanté para ir a trabajar, ya no podía andar y el dolor era importante. Acudí a mi Centro de Salud, me exploró la médico de guardia y me pusieron un voltaren inyectado (antiinflamatorio).

Reposo relativo, algún medicamento e incluso le pedí el favor a una amiga y que por la noche me pinchara otro voltaren, para acelerar la mejoría, porque sinceramente no me viene nada bien estar quieta ante las múltiples actividades que tengo que hacer.

Yo notaba, que cada vez que me tomaba un antiinflamatorio, al rato me dolía más, pero siempre pienso que mis dolores son de origen psicosomáticos y también por activar la pronta recuperación, acudí a una fisioterapeuta que ya me ha tratado en alguna ocasión que lo he necesitado.

Al levantarme hoy, el dolor no solo no había disminuido, era insoportable y caminar era casi imposible por lo que tras pensarlo y mucho me he dirigido a las urgencias del hospital que me corresponde.

Y declaro públicamente y por escrito lo haré al Gestor del Hospital, que la humanización de la que tanto se habla en la Comunidad de Madrid, creando incluso hace unos días una Viceconsejería de la misma, NO existe.

He tenido que pedir una silla de ruedas, no han tardado nada en atenderme, las mismas médicos que después me han atendido han empujado amablemente la silla y han empezado el interrogatorio por la sala llena de gente y digo yo, si la consulta está a escasos metros, ¿tiene que enterarse todo el mundo de lo que me pasa? Pues no, empezamos a no entender o cumplir eso de la confidencialidad de datos sanitarios y derecho a la intimidad.

Contesto, no obstante, a las preguntas, llegamos a la consulta y la que me preguntaba se va a otro lugar y continúan otras dos galenas con las preguntas y la exploración. Perfecto, una buena exploración y ya he contestado todas las preguntas que me han hecho, incluida la de que por qué voy a urgencias (la próxima vez que me pregunten esto creo que les voy a decir, desde el cariño eso sí, que a ver los (iba a poner un taco pero me contengo..ohmmm) que trabajan allí , su humanidad y que no tenía otra cosa mejor que hacer, que darles un poquito más de trabajo).

En ese momento se incorpora la médico del inicio y con cierta brusquedad me indica que la he despistado porque le he indicado que me duele una cosa y que al final es otra, a lo que le he contestado con mucha tranquilidad, para esto también vale el ser mayor, que ella se ha quedado en la primera pregunta y se había ido,  que el resto del relato y lo que me dolía lo sabían sus compañeras.
Me ha dicho el diagnóstico, lo que tenía que hacer y sobre todo que no tomara antiinflamatorios porque aumenta el riesgo de sangrado cuando te rompes las fibras musculares.

Me he puesto ya de pie tras pedir permiso, estaba en una camilla escuchando el rum rum de la médico regañona y que es la que ha escrito el informe, me he acercado y le he dicho:¿por qué se empeñan tanto en regañar a los pacientes?

Soy una profesional sanitaria, no suelo identificarme porque a veces es incluso peor, y si vengo a urgencias es porque me duele y mucho y me estaba poniendo además y por lo que parece ser, un tratamiento que no me estaba beneficiando.

Por supuesto no me ha contestado, silencio total, 3 médicas y ha llegado un cuarto médico, más silencio hasta que les he pedido por favor si me podían dejar unas tijeras o algo para quitarme la pulserita de identificación.

Muy amables me la han cortado, les he dado las gracias, ha terminado el informe la médico 1, muy callada y le he dicho alto y claro, que no gritando: MUCHAS GRACIAS POR SU ATENCIÓN.

No soy una rotura fibrilar, la tengo,  soy una persona con sentimientos y desde ayer con mucho dolor y que respeta el trabajo de los demás, que pasa de ir a los médicos por falta de tiempo y cuando voy es porque lo necesito, me siento más vulnerable anímicamente y he salido del hospital además de muy cabreada con muchas ganas de llorar, porque ningún profesional sanitario, ninguno, debe tratar mal a los pacientes, aunque sea por un supuesto mal uso de las urgencias hospitalarias.

Esta médico número 1, probablemente sea inhumana en todas las facetas de su vida o esté harta de sus condiciones laborales o….. me da igual que me da lo mismo, cuando nos ponemos la bata, el uniforme, dejamos el mal humor en la taquilla y con los pacientes no se paga nunca, escriban a los responsables políticos, sindicales, hagan huelgas de hambre, se encadenen , pero a ser posible, miren a la cara al paciente y no a la pantalla del ordenador, esperen a llegar a la consulta para que cuente su dolor y ni siquiera a los niños les regañen, ni a sus padres, a nadie, esto no es educación sanitaria, es simplemente maltrato al paciente y como acaba de escribirme una amiga y compañera cada día con  menos simpatía y empatía, ambas dos cualidades muy necesarias en las profesiones sanitarias sencillamente porque la mayoría de las veces y más en las urgencias, tratan a personas de distintas edades con dolor y angustia, esta última se puede minimizar con una sonrisa y/o una palabra agradable mientras se encuentra la causa del sufrimiento que aqueja al doliente.

En el recorrido curricular de todas las carreras, especialmente las relacionadas con la salud, se deben revisar las competencias en comunicación y siempre habrá algún sitio para los que no saben o no quieren comunicarse, retirado por supuesto del trato directo con el paciente.

Siento la extensión del escrito y aún me quedo corta en proporción a la ya tristeza que siento, se ha disipado el enfado.

Gracias a la mayoría de compañeros de profesión que por suerte no son como la médico1.


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